martes, 5 de junio de 2012

Florilegio 003.


Lo que se llama el Renacimiento fue en realidad, como ya lo hemos dicho en otras ocasiones, la muerte de muchas cosas; bajo pretexto de volver de nuevo a la civilización grecorromana, no se tomó de aquélla más que lo que había tenido de más exterior, porque únicamente eso había podido expresarse claramente en textos escritos; y esta restitución incompleta no podía tener por lo demás más que un carácter muy artificial, puesto que se trataba de formas que, desde hacía siglos, habían dejado de vivir de su vida verdadera. En cuanto a las ciencias tradicionales de la Edad Media, después de haber tenido todavía algunas últimas manifestaciones hacia esta época, desaparecieron tan totalmente como las de las civilizaciones remotas que fueron aniquiladas antaño por algún cataclismo; y, esta vez, nada debía venir a reemplazarlas.

En adelante no hubo más que la filosofía y la ciencia «profanas», es decir, la negación de la verdadera intelectualidad, la limitación del conocimiento al orden más inferior, el estudio empírico y analítico de hechos que no son vinculados a ningún principio, la dispersión en una multitud indefinida de detalles insignificantes, la acumulación de hipótesis sin fundamento, que se destruyen incesantemente las unas a las otras, y de visión fragmentaria, que no pueden conducir a nada salvo a esas aplicaciones prácticas que constituyen la única superioridad efectiva de la civilización moderna; superioridad poco envidiable por lo demás, y que, al desarrollarse hasta asfixiar a toda otra preocupación, ha dado a esta civilización el carácter puramente material que hace de ella una verdadera monstruosidad.

Lo que es completamente extraordinario es la rapidez con la que la civilización del Medioevo cayó en el más completo olvido; los hombres del siglo XVII ya no tenían la menor noción de ella, y los monumentos suyos que subsistían ya no representaban nada a sus ojos, ni en el orden intelectual, ni en el orden estético; por esto se puede juzgar cuánto se había cambiado la mentalidad en el intervalo.


René Guènon, La crisis del mundo moderno

René Guènon en SYmbolos


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