lunes, 26 de noviembre de 2012

No puedo dejar de mirarte.



Estoy escuchando el tema No puedo dejar de mirarte incluido en el álbum Te kiero con K de Ximo Tébar y se me han venido a la cabeza recuerdos y situaciones a las que he asistido este pasado verano en la orilla del mar...

Allí estaba sentado y observando atentamente lo que parecían rituales perfectamente pautados, organizados y secretos que llevan a cabo las mujeres en ciertas ocasiones... En un momento determinado una madre con una niña como de un año o menos se dirige a la orilla para dar el primer baño de mar que va a disfrutar en la vida su hija... Anda decidida aunque despacio y detrás de ella, perfectamente ordenadas y como si se tratara de una procesión, van caminando (¿desfilando?), tías, primas mayores y demás parientes y allegados femeninos de la cría.

La oficiante sumerge con mucho cuidado a la criatura en el agua y las demás participantes, que han construido con su presencia una especie de círculo protector alrededor de ambas, comienzan a realizar cucamonas y carantoñas a la niña.

El clima dramático sube algún nivel más cuando una de las tías toma a su sobrina de los brazos de la madre y, con ella, se adentra un poco más entre las olas seguidas de todas las demás acólitas...

Por fin todo acaba donde comenzó; en la orilla, cuando sientan a la niñita en la arena húmeda, justo en la zona a la que va a morir el oleaje, de forma suave y blanda, e inmediatamente dos o tres de las acompañantes más jóvenes también toman asiento a su alrededor prosiguiendo con la ceremonia del primer contacto con el mar... Este mismo ritual, con ínfimas variaciones, lo he contemplado decenas de veces a lo largo de los años en las arenas de las playas..

Mientras tanto y en una zona cercana de la arena, a mi derecha, dos o tres chicas jóvenes, con los pechos desnudos, quizás pertenecientes a algún grupo flamenco de la zona, ensayaban, incansables y sin dar importancia a su mínima indumentaria ni al personal, pasos de baile, actitudes y posturas.....

También ellas celebraban su rito....

LuisFRey.

martes, 20 de noviembre de 2012

Milton es ciego y la protectora no es para él.



En busca de una segunda oportunidad   -   19 noviembre 2012.

Milton vagaba peligrosamente por las calles indiferentes de un pueblo de Lleida, siendo ciego. Milton se encuentra en Lleida, en el Hogar Transitorio de “protegerlosinocentes.

Nos lo trajeron para que le busquemos una casa donde lo cuiden y lo mimen para siempre. A pesar de su discapacidad, Miltron se orienta asombrosamente bien en espacios grandes y reducidos…para buscar su comida, su agua, su baño, su cama…y el sol.

Pero no podemos tenerlo con nosotros, porque tendría que estar encerrado y solo en un espacio vigilado ya que la comida de los gatos está en todas las casas y hay que entrar por las gateras y las casas de dormir están en varios sitios. No podemos vigilar continuamente a Milton, pero en cambio, en un piso, no sería complicado asegurarse de que sus necesidades están atendidas.

Milton es un gato muy cariñoso y dulce, tranquilo y bonachón, se lleva bien con todo el mundo: perros, gatos… Se entrega con contrato, seguimiento, vacunas, chip y compromiso de esterilización.

Contacto: protegerlosinocentes@gmail.com 651-912697

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viernes, 16 de noviembre de 2012

Citas, 003...




".... que el mundo era caprichoso e inestable, que nos pueden robar el futuro en cualquier momento, que el firmamento está lleno de rayos que pueden precipitarse y matar tanto tanto a jóvenes como a viejos, y que siempre, siempre, el rayo cae cuando menos se espera"...

Diario de invierno.
Paul Auster
Editorial Anagrama
2012.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Los cuentos de Ignacio Aldecoa.



He terminado de leer los dos volúmenes de los "Cuentos completos" de Ignacio Aldecoa, recopilados y anotados por Alicia Bleiberg y publicados por Alianza Editorial, en su mítica colección "El libro de bolsillo" (tomos 436 y 437), en 1977 (los míos pertenecen a la 8ª reimpresión de 1996).


Los textos son de una gran sensibilidad y autenticidad, retratando muy acertadamente situaciones, vivencias y emociones. Todo ello tejido con una prosa brillante que usa un léxico rico y exacto, aderezada con unos diálogos vivos y reales en boca de unos personajes inolvidables.

Nos asomamos a una época, de postguerra, ya pasada en la que primaban la pobreza, la supervivencia, el desamparo y un desconcierto dado por la imprevisibilidad (o triste previsibilidad) de lo que traería el siguiente día; cierta desesperanza fruto del desasosiego que da la certeza de que pocas cosas van a mejorar en sus vidas...

Sin embargo en estas historias encontramos ternura, amor, dignidad, solidaridad, compasión, miedo y soledad, y escalofríos de emoción a raudales; nudos en la garganta más de una vez...

Conviene leerlos y releerlos, sobre todo ahora, en esta época que nos está tocando vivir y sufrir, así, quizás, seamos conscientes de lo que tuvieron que pasar muchos de nuestros padres y abuelos; situaciones, que a no ser que andemos listos y vigilantes, pudiera ser que retornaran, con toda su crudeza, de una forma u otra...

Como ya apuntó en su día Ana María Matute: "A través de los días y los años, en alguna parte habrá un hombre que, leyéndole, sienta dignificada su soledad o su miseria".

Aquí está la reseña que Sopadelibros hizo de la posterior edición de estos cuentos por la editorial Alfaguara...

LuisFRey.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Deus ex machina...




Cuando el aviador novato toma los mandos de su aeroplano, emprende un vuelo hacia una ruta literaria de ensueño, pero sin un lugar donde aterrizar. En estos viajes sin itinerario, debemos evitar que el embrujo del deus ex machina despierte del sonambulismo al lector.

El relato clásico funciona con un fuselaje formado por el principio (planteamiento), el conflicto (nudo) y el final (desenlace). Bajo esta estructura, el piloto novel se enfrenta al duro trance de convertir una anécdota en un cuento.

Encara la historia, el personaje, la acción, la trama, aunque, en pleno vuelo, se duerme, el avión entra en barrena, pierde los mandos y salta en paracaídas con un final inesperado como:

- "Y entonces se dio cuenta de que todo fue un sueño".

Esta conclusión de abracadabra es lo que se denomina deus ex machina. Se trata de una intervención providencial que llega desde fuera sin anuncio previo; es decir, sin un goteo anterior de la información (cadenas metonímicas) que sostenga un final verosímil.

El nombre de deus ex machina (dios que aparece gracias a una máquina) proviene de la época griega. En el teatro heleno existían unas plataformas móviles que subían y bajaban accionadas por poleas (machina). En ellas se situaban los dioses (deus), que aparecían desde fuera de la acción teatral (fuera = ex).

Estas apariciones deus ex machina se trasladaron a la literatura para nombrar los finales sorpresa, en los cuales un personaje (o un hecho) divino solucionaba la trama.

El lector despierta de su sonambulismo defraudado y traumatizado por el desenlace prodigioso. Los grandes aviadores aconsejan curarse en salud de este proceder poco literario.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Poema de Amando Carabias María.



La siguiente composición, del escritor y poeta Amando Carabias María publicado en su magnífico blog Pavesas y cenizas, me emocionó cuando lo leí y, así, pedí permiso a su autor para poder pegarlo aquí; por lo que le quedo inmensamente agradecido....

Son palabras desgarradas, potentes, resueltas, que nos deben servir para meditar, para recapitular, para decidir, para actuar....



Donde piden los pobres

Y después de Auschwitz
y después de Hiroshima, 
cómo no escribir.
(José Ángel Valente. Al dios del lugar)

I. Preguntas

                                         ¿Y ahora qué? 
                                         ¿Ahora nuestra sangre 
                                         de esclavos disfrazados como criaturas libres, 
                                         se fundirá con el estiércol?
                                         ¿Tiene que barbotar en cada grieta, 
                                         que torna en adoquines de dolor 
                                         los toboganes de miseria,
                                         un río de cadáveres, un surtidor de muertos, 
                                         otra lava de vértebras sin tumbas?

                                         ¿Y ahora qué? 
                                         ¿Ahora nos sentamos en la calle, 
                                         y pedimos limosna resignados
                                         como si nuestras manos extendidas
                                         tuvieran culpa o fueran criminales
                                         sobre cuyas espaldas dormitan los fantasmas?

                                         ¿Y ahora qué?
                                         ¿Ahora nos sentamos en la calle 
                                         con los dedos cerrados 
                                         empuñando pistola y rabia,
                                         apuntando a demonios invisibles?

                                         ¿Y ahora qué?
                                         ¿Ahora nos sentamos en la calle, 
                                         inermes, despojados y desnudos 
                                         y en mitad de las plazas,
                                         a vosotros, cobardes poderosos, 
                                         os miramos de frente, cara a cara, 
                                         fijamente, sin pestañeos, 
                                         para que comprendáis por qué morimos?

                                         ¿Y ahora qué…?
                                         A vosotros, cobardes poderosos 
                                         os estoy preguntando:
                                         no volváis la cabeza, no miréis a otro lado.

                                         Ahora que nos habéis matado
                                         sonrisas y futuro, 
                                         ahora que rebosan vuestras cuentas 
                                         como una inundación de asesinatos, 
                                         decid, ¿qué más os hace falta? 

                                         Acercaos aquí 
                                         si aún os quedan agallas, y contadlo, 
                                         si es que aún vuestras gónadas
                                         son de criatura humana.

II. Alegato

                                         Pero antes escuchadme: 
                                         subido al mismo púlpito donde piden los pobres, 
                                         en esta misma esquina de la calle,
                                         ofrezco mi palabra, la desnudo y la extiendo, 
                                         como una mano
                                         sin joyas o perfumes que la adornen, 
                                         la yergo como un cuerpo enhiesto y decidido. 

                                         Hoy no engalanaré los versos, 
                                         ni me engañarán lenguas de serpientes, 
                                         las que usáis cual corbatas en vuestros ademanes.

                                         Yo sé que os gustaría, 
                                         regresar a otros tiempos, 
                                         a tantos dormitorios de la historia 
                                         en que algunos humanos 
                                         no eran tratados como humanos. 

                                         Sé que os arrepentís todos los días 
                                         de habernos permitido excesos.

                                         Sé que os arrepentís todos los días, 
                                         de habernos tolerado
                                         degustar el aroma de la libertad,
                                         aunque fuera infinita 
                                         tanta sangre inocente derramada.

                                         Sé que os arrepentís todos los días 
                                         de habernos tolerado
                                         que nuestras huellas toquen vuestras sombras,
                                         que nuestros ojos miren a los vuestros,
                                         como cualquier igual mira a su igual.

                                         Sé que os arrepentís todos los días
                                         de habernos permitido
                                         soñar que nuestro mundo 
                                         no es otro diferente al vuestro.

                                         Y sé que vuestras manos 
                                         y vuestras billeteras homicidas
                                         huelen a sangre y cementerio. 

                                         Y sé que sois hipócritas, 
                                         pues hiede vuestro aliento a pudridero.

III. Seis Maldiciones

                                         Ay de vosotros, 
                                         matones planetarios, 
                                         que gritáis la defensa de nuestra libertad, 
                                         precedidos de horrísonas trompetas, 
                                         mas os enriquecéis 
                                         lamiendo vergas de tiranos, 
                                         que matan a sus pueblos, con vuestras viejas armas, 
                                         para que nunca olviden
                                         el antiguo y noble arte de la guerra,
                                         aunque los proxenetas del idioma
                                         propongan que es correcto decir conflicto bélico; 
                                         ay de vosotros, 
                                         seréis malditos, 
                                         porque vuestra bandera es muerte, 
                                         y la muerte os será propicia, 
                                         y os tornará manjar apetitoso 
                                         para buitres hambrientos y huérfanos famélicos.

                                         Seréis malditos.

                                         Ay de vosotros,
                                         traficantes de sexo y de mujeres 
                                         vosotros, homicidas de futuro, 
                                         vosotros, sanguijuelas de almas,
                                         que usáis de la pasión y del deseo, 
                                         que usáis de nuestro fuego, 
                                         y con su dignidad y con su hambre
                                         levantáis torres de euros,
                                         y con su miedo hacéis imperios
                                         para que vuestras hijas y mujeres,
                                         vuestras amantes, vuestras concubinas
                                         presuman de virtud y de riqueza,
                                         seréis malditos,
                                         seréis como heces, 
                                         seréis vulvas violadas sin descanso.

                                         Seréis malditos.

                                         Ay de vosotros,
                                         sádicos presidentes de multinacionales 
                                         que compráis democráticas campañas 
                                         y obtenéis beneficio de gobiernos
                                         donde no hay diferencia 
                                         entre un trabajador, un buey o un perro.

                                         A cambio de su vida y de migajas,
                                         os regalan el barro los hambrientos
                                         y les vendéis vasijas.

                                         Seréis malditos,
                                         por haceros verdugos de los hombres, 
                                         crueles infanticidas, atroces homicidas.

                                         Seréis malditos, 
                                         seréis el pavimento donde pisen
                                         los perros y los bueyes y los hombres. 

                                         Seréis malditos.

                                         Ay de vosotros, sabios ignorantes, 
                                         inútiles expertos en finanzas 
                                         que rezáis cada instante una blasfemia atroz, 
                                         la que torna al dinero en dios, 
                                         dios que empuña un alfanje siniestro 
                                         que cercena gargantas 
                                         de hombres desocupados, enfermos, ancianos, 
                                         el dios imperdonable
                                         que proclama que somos un motor, 
                                         un martillo, una cinta de montaje, 
                                         puro ser productivo, puro consumidor: 
                                         seréis malditos 
                                         ministros de exterminio, 
                                         como una vieja máquina llegaréis al desguace 
                                         y seréis desbrozados miembro a miembro.

                                         Seréis malditos.

                                         Ay de vosotros, clérigos indignos,
                                         que usáis a dios a vuestro antojo,
                                         y lo vendéis
                                         a quien mejor proteja vuestro templo;
                                         y sembráis miedo 
                                         como balas disparan los fusiles;
                                         y pensáis que la brisa
                                         puede atraparse en jaulas,
                                         y que el Amor actúa bajo normas,
                                         y la paloma sabe fronteras y liturgias, 
                                         y el culto no es misericordia.

                                         Seréis malditos,
                                         porque no se perdona a quien atenta
                                         contra el soplo invisible del espíritu,
                                         porque quien no sitúa el corazón
                                         en el dolor y en la miseria,
                                         detiene los latidos del Amor,
                                         porque ocultar la luz bajo las mitras,
                                         es cegar las pupilas del amor.

                                         Seréis malditos.

                                         Ay de vosotros, títeres estúpidos, 
                                         de sonrisa vacía, de palabra engañosa, 
                                         ay de vosotros, 
                                         políticos abyectos 
                                         que tan sólo servís 
                                         para masturbar a los amos 
                                         y ofrecer vuestras nalgas 
                                         a quienes os financian las mentiras.

                                         Seréis malditos 
                                         por vulgares rateros, 
                                         por vendernos en pública subasta, 
                                         y esquilmar nuestra tierra y nuestros hijos.

                                         Seréis malditos,
                                         serán vuestras palabras un graznido
                                         que el huracán engulle, 
                                         y serán vuestras manos de ladrones
                                         el plato donde coman vuestros pobres.

                                         Seréis malditos.

Amando Carabias María

-----ooooOOOoooo-----




lunes, 5 de noviembre de 2012

Bibliotheca... Elías Canetti.


Hace un par de semanas que recibí el quinto y último tomo de las Obras Completas de Elías Canetti. Edición dirigida por Juan José del Solar (traductor peruano de escritores alemanes) y editadas por Círculo de Lectores/Galaxia Gutenberg; aunque la 'obra completa' de Canetti no podrá ser conocida, por el público, hasta el año 2024, según su testamento (¿llegaré a tiempo de leerlas?), en estos cinco tomos y dos o tres más, publicados aparte por el mismo grupo editorial, podemos encontrar todo el corpus literario al que el escritor, en vida, dió el marchamo de 'oficial' para poder ser publicado.

En este volumen vamos a descubrir sus obras teatrales, a las que el autor calificó como de muy importantes pues las consideraba como "el centro de su obra y sin ellas nadie podrá jamás entenderla". También encontraremos la práctica totalidad de su obra ensayística , al margen de "Masa y poder"... Además de los recogidos por el propio autor en "La conciencia de las palabras" en su nueva edición de 1976, se dan aquí, dentro de la sección de 'Miscelánea', casi una veintena de piezas que nunca habían sido traducidas al castellano.

Completan el volumen diversos artículos, conversaciones y entrevistas que se le hicieron en distintos medios, además de un extenso apartado de notas que tiene por objeto documentar, dentro de lo posible, el contenido del libro...

Un excelente proyecto de lectura de cara a las tardes frías y lluviosas que nos anuncia el otoño y el invierno próximo...


"Un escritor sería, pues, alguien que otorga particular importancia a las palabras; que se mueve entre ellas tan a gusto, o acaso más, que entre los seres humanos; que se entrega a ambos, aunque depositando más confianza en las palabras; que destrona a éstas de sus sitiales para entronizarlas luego con mayor aplomo; que las palpa e interroga; que las acaricia, lija, pule y pinta, y que después de todas esas libertades íntimas es incluso capaz de ocultarse por respeto a ellas".

Elías Canetti.- "La profesión de escritor".- 1976.