Fueron mis pasos al Jardín de Amor y vi allí lo que jamás antes viera:
en la hierba de mis juegos más tiernos, una capilla vestida de nieblas.
Y en la capilla, las puertas cerradas; sobre ellas escrita una condena.
Me volví entonces al Jardín de Amor, al jardín de las dulces flores frescas.
Y vi que estaba sembrado de tumbas y lápidas donde hubo flores frescas,
mientras clérigos en procesión sombría cercenaban mis gozos y quimeras.
El séptimo hijo.- Orson Scott Card